Hiperbólica yo??
ya de pequeña consideraron que mis reacciones frente a la tristeza eran un tanto exageradas, mi familia creyo que era un exceso de culebrones mexicanos y venezolanos que asolaban la tele en ese entonces. Me molestaba mucho que me compararan con la infortunada de turno: Abigail, Topacio... mujeres que hablaban con acento extraño y que llamaban a su hombre con dos nombres, que sufrian por ser muy pobres o muy ricas, o adoptadas o abandonadas o engañadas.
Siempre que me sentí triste me sentí unica en mi tristeza, languida, desconsolada, sola, desamparada; hubiese preferido que me compararan con Sarah Bernardt, de última era más poetica la analogía.
Casi siempre se me escaparon de las manos los sentimientos, y como soy terreno fertil se vuelven incontenibles... se van de mambo.
Ya hace mucho tiempo descubri que escribiendo podìa canalizar esa necesidad de exagerar mis sensaciones y sentimientos, por que esa necesidad,descubrí tambien, era literaria.
Con las palabras adorno mis sentimientos, les doy el aspecto que ellos quisieran tener.
Con las palabras recreo mi mundo, lo lleno de belleza, entonces lo que me pasa ya no es cotidiano, lo vuelvo único. Lo que leen acà son los trajes de carnaval de mi amor, mi tristeza, mi odio, mi soledad, mi felicidad, mi nostalgia...
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